El giro político es tan dramático como simbólico: Letitia James, la fiscal general demócrata de Nueva York que convirtió su lucha contra Donald Trump en bandera personal, fue acusada formalmente por fraude hipotecario en Virginia.
Según el Departamento de Justicia, James mintió en documentos bancarios para obtener mejores condiciones en un préstamo, al declarar como residencia una propiedad que en realidad habría sido usada como inversión. Si es declarada culpable, podría enfrentar hasta 30 años de prisión por cada cargo y multas millonarias.
La acusación fue presentada por la fiscal federal Lindsey Halligan, quien subrayó que “nadie está por encima de la ley”, la misma frase que James usó durante años mientras perseguía judicialmente al entonces presidente Trump.
Pero esta vez, los demócratas no parecen tan interesados en la justicia. Desde el líder del Senado, Chuck Schumer, hasta la gobernadora Kathy Hochul, denunciaron el caso como una “venganza política”, acusando a Trump de usar el Departamento de Justicia como arma.
Sin embargo, la contradicción es evidente: el partido que celebró los juicios contra Trump ahora denuncia persecución cuando la justicia toca a uno de los suyos.
El congresista republicano Elise Stefanik calificó el caso como “una muestra de hipocresía pura”: “Letitia James convirtió su cargo en una herramienta política. Ahora enfrenta las mismas acusaciones que lanzó contra Trump sin pruebas”.
Mientras tanto, James se defiende asegurando que todo se trata de represalias del presidente. Pero el mensaje que ella misma impuso —“nadie está por encima de la ley”— vuelve ahora con fuerza.
La primera audiencia está programada para el 24 de octubre en Norfolk, Virginia.